Existe en nosotros un principio
llamado el principio de ambivalencia, el cual nos impulsa a alcanzar nuestros
propósitos pero también nos frena y toma forma a través de lo que nos decimos;
de nuestro dialogo interno.
Una técnica que te recomiendo es
que le pongas un nombre a esa voz que te detiene. En mi caso, esa voz que me quiere
detener le llamo “Feliponcho”, porque trata de ponchar mis propósitos y cuando
aparece simplemente lo escucho porque es demasiado enfadoso y si no lo escucho,
no me deja en todo el día. En muchas ocasiones el “Feliponcho” me dice: “no
corras más kilómetros”, “no te levantes temprano”, “no termines de escribir”;
inclusive en este momento que te estoy escribiendo me está diciendo que para qué
escribo, si a nadie le importa.
En fin, después de hacerse el “Feliponcho”
presente en mi dialogo interno, lo despido con mucho amor y le deseo buena
suerte y como por arte de magia, se va.
El dialogo interno determina mucho si vas a poder alcanzar a formar
un nuevo habito. Para esto es necesario cambiar aquello que nos decimos, por
ejemplo, cambiar el “no puedo” por el “no intento”.
En la Universidad de Houston se llegó a la conclusión de que
cambiando la terminología de lo que nos decimos, cambia el resultado y de esta
forma esa voz interna que nos quiere hacer fracasar, pierde mucho de su poder.
Por ejemplo, “no puedo comer chocolate”, genera un
sentimiento de incapacidad, de frustración, de limitación; todos nos queremos
sentir poderosos. En estos caso es mejor decir “no como chocolate”, y con este
simple cambio generas un poder en tus acciones y tomas un total control de tu
actos.
Controla tu dialogo interior, y de esta forma podrás
controlar tus tentaciones y tu vida entera.
Recuerda “fallar no nos hace una mala persona; al contrario,
nos hace más humanos”.
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